Evidencia #238 | Septiembre 13, 2021
Autosacrificio
Publicación aportada por
Scripture Central

Resumen
La práctica precolombina del autosacrificio y su correspondiente complejo de creencias se refleja en las enseñanzas de los profetas del Libro de Mormón.El sacrificio del Hijo de Dios en el Libro de Mormón
En su sermón a los zoramitas, Amulek enseñó que la expiación del pecado solo es posible a través del sacrificio del Hijo de Dios (Alma 34:8–10). También enseñó que "no hay hombre alguno que sacrifique su propia sangre, la cual expíe los pecados de otro" (Alma 34:11). El Señor ordenó a Noé: "El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada" (Génesis 9:6), una práctica que se observó bajo la ley de Moisés, y que también fue ejercida por los nefitas (Éxodo 21:12; Números 35:16–19; Alma 1:18; 30:10; 34:11–12). Bajo estos sistemas legales, la pena capital requería la vida de los culpables, lo que implicaba su derramamiento de sangre por parte de otros, y no por ellos mismos. Por lo tanto, Amulek parece haber estado diciendo que solo Cristo, un Ser perfecto e inmortal, podría sacrificar Su propia vida y sangre de manera vicaria (véase Alma 7:11–13; cf. DyC 76:9).
Desde este punto de vista, la elección de palabras de Amulek a los disidentes zoramitas es interesante, ya que presuponen una audiencia que estaba familiarizada con la creencia de que había valor en el derramamiento de sangre autoinfligido o que el mérito de tal sacrificio podría transferirse de alguna manera a otro, una idea que, cuando se aplica a los mortales, Amulek rechazaba firmemente. Aunque este concepto puede parecer desconcertante para los lectores modernos, tiene sentido en el contexto de las creencias precolombinas sobre el sacrificio de sangre.
Autosacrificio en Mesoamérica
Las antiguas culturas mesoamericanas creían que los humanos estaban en deuda con los dioses por su creación y por sus vidas. Como pago por esta deuda, los dioses requerían sacrificios, específicamente sacrificios de sangre. Si bien el sacrificio humano a menudo implicaba el sacrificio de otros, también podía adoptar la forma de autosacrificio, es decir, el derramamiento no letal de la sangre de uno mismo.
En opinión de Michael Graulich, "la extracción ritual de la propia sangre fue uno de los actos culturales más antiguos e importantes en la antigua Mesoamérica. Está documentado al menos desde el año 1200 a. C., primero a partir del hallazgo de instrumentos de derramamiento de sangre en viviendas privadas y públicas, más tarde mediante representaciones de rituales de derramamiento de sangre y finalmente a través de textos, especialmente los relacionados con los aztecas"1. Hombres y mujeres usaban instrumentos afilados para extraer sangre de las orejas, la lengua, las pantorrillas y los codos2. A menudo se pasaban cuerdas a través de partes perforadas del cuerpo y luego se recogía sangre en papel y se quemaba como ofrenda3. Las imágenes de los monumentos de piedra aztecas que se aún conservan, sugieren que la práctica del autosacrificio era mucho más frecuente que la práctica de los sacrificios humanos4.
El autosacrificio se entendía como el "pago de una deuda"5 y se consideraba "un sustituto simbólico del mayor de los sacrificios, la pérdida de la salud y la vida"6. Se basaba en "un concepto igualitario básico de reciprocidad en el que la sangre [que era] derramada en sacrificio se ‘intercambiaba’ por ayuda sobrenatural. El ‘pago’ se podía hacerse antes, como una forma de petición, o después, como una muestra de gratitud; lo importante era que se hiciera"7.
Autosacrificio como Expiación
En varios estudios informativos, Graulich ha argumentado persuasivamente que una preocupación central detrás del autosacrificio de la sangre era la expiación de las transgresiones8. Plantea que, si bien había una variedad de motivaciones y beneficios esperados, "el significado y el fin más fundamental del sacrificio azteca era la expiación de los pecados o transgresiones para merecer una vida venidera digna"9. En el Códice Florentino, se aconsejaba a quienes habían tenido comportamientos reprobables que se sacrificaran mediante el derramamiento de sangre.
Y he aquí, en lo que a ti concierne, acércate al agua helada, a las ortigas. Ayunarás, lo harás durante un año y te vas a sacar sangre. Y porque te has regocijado con el polvo, la basura, te pasarás bejucos dos veces, una en tu oreja, otra en tu lengua. Y esto mucho lo harás por razón del adulterio, y porque hiciste daño, ofendiste de palabra a tu vecino. Y porque has derrochado las cosas de Totecuyo, y has descuidado darle de comer, harás lo que es tu obligación, ofrecerle papel, copal10.
Acumulación de méritos
Otro aspecto del autosacrificio era la creencia de que uno podía, mediante el derramamiento de la propia sangre, acumular méritos para aumentar la capacidad de ganar el favor divino. Graulich señala,
Al ofrecer su sangre, los humanos pagan su deuda y adquieren méritos ... Al pagar su deuda, uno puede expiar las deficiencias del pasado o adquirir mérito (tlama'cehua: el verbo a menudo se le da el sentido de humillarse) que exige una recompensa. Estas dos consecuencias están bien ilustradas en una admonición de un adivino que impone derramamiento de sangre a un penitente que confiesa sus pecados, y agrega: ‘no solo ganes mérito, sino desecha el polvo y la inmundicia [= pecado]’. El mérito también se adquiere a través de la pureza, la castidad, las vigilias y la oración. Se pierde por el pecado en general, y por la tibieza o la pereza, la arrogancia, la negligencia en humillarse a sí mismo o por la interrupción de las mortificaciones11.
Otras motivaciones
Las motivaciones adicionales para el autosacrificio podrían incluir dar gracias, demostrar humildad u obtener algún tipo de bendición. Los beneficios que se buscaban podían ser un matrimonio feliz, hijos, bendiciones para los pobres y los necesitados, una buena cosecha, salud, éxito en la guerra, riquezas, prosperidad general e incluso la esperanza de entrar en comunión con la deidad12. De hecho, "a menudo había una acumulación de efectos: uno podía al mismo tiempo humillarse a sí mismo, adquirir poder, nutrir cosechas y dioses, expiar pecados, morir simbólicamente y ganar méritos para esta o la otra vida"13. En resumen, el derramamiento de la sangre propia en autosacrificio se consideraba "una de las formas más habituales y eficaces de establecer contacto, conciliar o propiciar a los dioses" en la antigua Mesoamérica14.
En particular, Amulek, aunque enseñó que la salvación solo llega a través de la sangre de Cristo, explicó que muchos de los beneficios mencionados están disponibles de inmediato para aquellos que los buscan. Él y Alma enseñaron la accesibilidad de Dios y Sus bendiciones a todos a través de las bendiciones de la palabra (Alma 32:41–43), y a través de la oración humilde e individual (Alma 33:3–11), y que Dios los escuchará (Alma 33:6–11), que pueden dar gracias (Alma 34:38), que pueden buscar y recibir ayuda en las aflicciones (Alma 33:11), bendiciones en sus campos, sus cosechas y rebaños (Alma 34:20), sus casas y sus hogares (Alma 34:21), bendiciones contra los enemigos que puedan atacarlos (Alma 33:4, 10; (Alma 34:22–23), prosperidad (Alma 34:24-25) y buscar el bienestar de quienes los rodean, incluidos los necesitados (Alma 34:27–29).
El mérito divino en las enseñanzas de los profetas del Libro de Mormón
Los misioneros nefitas enseñaron a los conversos lamanitas, como el padre del rey Lamoni, que "en vista de que el hombre había caído, este no podía merecer nada de sí mismo; mas los padecimientos y muerte de Cristo expían sus pecados mediante la fe y el arrepentimiento, etcétera" (Alma 22:14). El rey Anti-Nefi Lehi, quien con sus compañeros conversos había abandonado tradiciones incorrectas anteriores que involucraban el derramamiento de sangre, habló de que Dios había quitado la culpa de sus corazones "por los méritos de su Hijo" en lugar de cualquier mérito que hubieran acumulado (Alma 24:10). Habían sido indultados y purificados de la culpa teñida de sangre a través de "la sangre del Hijo de nuestro gran Dios, que será derramada para la expiación de nuestros pecados" (Alma 24:13).
Esto parece particularmente significativo cuando se entiende que procede de una cultura en la que se creía que el hecho de derramar sangre, y además, el derramamiento de la propia sangre eran una fuente de mérito personal. Cuando Samuel, otro lamanita convertido, enseñó sobre la redención de Cristo, también enfatizó que los arrepentidos encuentran la salvación "por sus méritos" y no por los suyos (Helamán 14:13)15. El hecho de que estas referencias al mérito en el contexto de la sangre y la expiación se encuentren en el contexto de las conversiones lamanitas, sugiere fuertemente que estos conversos provenían de una cultura donde la práctica del derramamiento de sangre comúnmente se consideraba meritoria.
Las enseñanzas del rey Benjamín también pueden reflejar este trasfondo. Enseñó a su pueblo que la salvación solo viene "por la sangre expiatoria de Cristo" (Mosíah 3:11, 17–18), que el hombre siempre será indigno (Mosíah 2:20–21), en deuda con Dios (Mosíah 2:23–24), no tendrá nada de qué jactarse (Mosíah 2:24–25), sino que todo lo que requiere es la obediencia a sus mandamientos (Mosíah 2:22).
Conclusión
La referencia de Amulek a una práctica en la que los individuos que derramaban su propia sangre para expiar el pecado, así como el énfasis de los misioneros nefitas y sus conversos lamanitas en la única eficacia de la sangre de Cristo y la necesidad de confiar únicamente en sus méritos, tienen sentido a la luz de la práctica mesoamericana del autosacrificio, una práctica que se creía que proporciona tanto mérito individual como expiación por la transgresión. Parece poco probable que José Smith o cualquier otro estadounidense de principios del siglo XIX conocieran tal conexión.
LECTURAS ADICIONALES
Central de las Escrituras, "¿Por qué los lamanitas sacrificaron a mujeres y niños a los ídolos? (Mormón 4:14)", KnoWhy 229 (Octubre 18, 2017).
Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical and Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 4:477–478.
John Gee, “The Great and Last Sacrifice”, en “Behold the Lamb of God”: An Easter Celebration, ed. Richard Neitzel Holzapfel, Frank F. Judd, Thomas A. Wayment (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2008), 139–154.
ESCRITURAS RELEVANTES
Biblia
Libro de Mormón
NOTAS A PIE DE PÁGINA
- 1 Michael Graulich, “Autosacrifice in Ancient Mexico”, Estudios de Cultura Nahuatl 36 (2005): 301. Véase también Cecelia F. Klein, “Autosacrifice and Bloodletting”, en The Oxford Encyclopedia of Mesoamerican Cultures, ed. David Carrasco (New York, NY: Oxford University Press, 2001), 1:64; Rosemary A. Joyce, “Olmec Bloodletting: An Iconographic Study”, en Sixth Palenque Round Table, 1986, ed. Merle Greene Robinson y Virginia M. Fields (Norman, OK: University of Oklahoma Press, 1991), 143–150; Mary Miller y Karl Taube, An Illustrated Dictionary of the Gods and Symbols of Ancient Mexico and the Maya (London: Thames & Hudson, 1997), 42.
- 2 Miller y Taube, An Illustrated Dictionary, 42.
- 3 Miller y Taube, An Illustrated Dictionary, 42.
- 4 David Carrasco, “Uttered from the Heart: Guilty Rhetoric Among the Aztecs”, History of Religions 39, no.1 (agosto de 1999): 29.
- 5 Cecelia F. Klein, “The Ideology of Autosacrifice at the Temple Mayor”, en The Aztec Temple Mayor: A Symposium at Dumbarton Oaks 8 y 9 deoctubre de 1983, ed. Elizabeth Hill Boone (Washington DC: Dumbarton Oaks Research Library and Collection, 1987), 294; Carrasco, “Uttered from the Heart”, 29.
- 6 Klein, “The Ideology of Autosacrifice at the Temple Mayor”, 297.
- 7 Klein, “The Ideology of Autosacrifice at the Temple Mayor”, 294.
- 8 Graulich, “Autosacrifice in Ancient Mexico”, 301–329; Michael Graulich, “Aztec Human Sacrifice as Expiation”, History of Religions 39, no. 4 (mayo de 2000): 352-371; Michael Graulich, “Creation Myths”, The Oxford Encyclopedia of Mesoamerican Cultures, 1:280–284; Michael Graulich, Myths of Ancient Mexico, trad. Bernard R. Ortiz de Montellano y Thelma Ortiz de Montellano (Norman, OK: University of Oklahoma Press, 1997), 262–263.
- 9 Graulich, “Aztec Human Sacrifice as Expiation”, 354–355.
- 10 Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España, 13 partes, ed. y trad. Arthur J. O. Anderson y Charles E. Dibble (Santa Fe, NM: School of American Research and the University of Utah, 1969), 7:33.
- 11 Graulich, “Autosacrifice in Ancient Mexico”, 313–314.
- 12 Graulich, “Autosacrifice in Ancient Mexico”, 302, 318–324.
- 13 Graulich, “Autosacrifice in Ancient Mexico”, 323–324.
- 14 Graulich, “Autosacrifice in Ancient Mexico”, 323.
- 15 Lehi, Nefi y Moroni también enseñan este principio (2 Nefi 2:8; 31:19; Moroni 6:4).